Nada ni nadie queda inmune a los vaivenes de la economía. Entre la improvisación de políticas con respecto al dólar, los cambios en el Gabinete Nacional y la salud de la Presidenta, el fenómeno inflación, además de castigar brutalmente al asalariado o al trabajador independiente, pone en vilo a las economías del Sistema Municipal de nuestro país.

Y obviamente, nuestra ciudad, no es la excepción. Municipios gobernados en forma decente, responsable, con proyectos de crecimiento y desarrollo como el de Santa Fe, están siendo fuertemente castigados por las esquirlas de un programa económico que no vio la inflación como un problema y que durante tiempo la intentó tapar con los absurdos del INDEC.

En términos sencillos, una situación financiera equilibrada o manejable puede tornarse desequilibrada sin que la gestión de gobierno haya tomado una decisión expresa de gastar más o recaudar menos. La inflación juega el rol de un factor anómalo que “toma el control” en cierto sentido de las propias finanzas del Estado.

Éste Gobierno Municipal junto a los vecinos de la ciudad, a pesar de lo que dicen algunos incluso los que gobernaron durante 24 años, elevó al aproximadamente 45% la conquista de recursos propios y redujo gastos superfluos redireccionándolos en educación, salud o la propia modernización del Estado.

Indudablemente con inflación elevada, el gasto público crece a una mayor velocidad que los recursos, debido a que recursos y gastos poseen distintas composiciones estructurales.

La indexación “de hecho” que poseen los gastos hacen que éstos crezcan siguiendo “casi en tiempo real” a la inflación.

Lo observamos en la diaria, cuando sube el precio del gasoil, sube el gasto en ese mismo instante. Si sube el precio de los artefactos eléctricos para el mantenimiento de alumbrado, lo mismo ocurre al Municipio en torno a su sustento. Sube el precio del asfalto y el cemento, sube el costo automáticamente de las obras en ejecución. El aumento en el precio de las cubiertas de los vehículos se refleja inexorablemente en el aumento del costo de mantenimiento de la flota municipal.

Con los recursos resulta distinto. Hay recursos que se establecen al comienzo del año y no se modifican en el resto de los meses, caso ejemplo de Patente Automotor e Impuesto Inmobiliario, los cuales tienen una alta ponderación entre los recursos del Municipio. Lo mismo sucede con la Tasa de Actuaciones Administrativas y otros derechos de valores fijos. Para tener una idea, el aumento promedio presupuestado fue del 30%, porcentaje similar a la devaluación del peso en estas últimas semanas.

Hay otros recursos que, si bien se modifican durante el año, esto es en nuestra ciudad, y en algunos padrones, se hace en lapsos más amplios, como por ejemplo la Tasa General de Inmuebles -TGI-.   Por último, si bien los recursos coparticipables o el propio Derecho de Registro de Inspección -DReI- varían mensualmente, en contextos de alta inflación, soportan un efecto de “licuación”.

Ejemplificando la licuación, Santa Fe recibe en el mes de febrero coparticipación de ingresos brutos que la Provincia recaudó en enero en base a las ventas que los contribuyentes hicieron en diciembre. Algo similar sucede con la coparticipación federal y con el DReI. El tiempo que transcurre entre que se hacen las operaciones que conforman la base imponible del impuesto y que este último ingresa al Municipio puede ser de 2 o 3 meses, durante el cual ese monto perdió poder adquisitivo en un contexto de una inflación que puede ser mayor al 30% anual.

En el caso puntual de Santa Fe, este efecto se lleva al extremo dado que se presentan dos condiciones particulares. Por un lado, entre los gastos tienen una alta predominancia aquellos “rígidos y corrientes” vinculados a servicios públicos elementales. Es decir, casi no hay rubros flexibles que puedan utilizarse de “amortiguación”. Por el otro, entre los recursos hay una alta participación de rubros “invariables” durante el año -Patente, Impuesto Inmobiliario, Tasa de Actuaciones Administrativas, derechos establecidos en sumas fijas, etc- así como también de otros rubros que se actualizan, pero en períodos superiores al mensual, como la propia Tasa General de Inmuebles.

En esta economía inflacionaria también para los Estados, y fundamentalmente para los más débiles, como lo son los Municipios, mientras los recursos suben por la escalera, los gastos ya tomaron el ascensor.

Aunque los problemas se perciben como económicos, la discusión sigue siendo política. El Gobierno Nacional nos discriminó con las obras y recursos para la ciudad; nos damnificó cuando no nos autorizó -sin justificativo alguno- a endeudarnos y nos perjudica cuando mantiene a montos históricos de más de 10 años el aporte al Fondo del Conourbano. Mientras tanto, con bastante soberbia, han jugado a la ruleta rusa, no solo con los recursos de los argentinos, sino también con los de los Municipios que son quienes afrontan el día a día de la demanda de los vecinos.

Pese al contexto inflacionario, los vecinos cumplen con sus tributos municipales con un gran esfuerzo y es por ello que el Municipio debe manifestarse en defensa de quienes a diario esperan, pero también dan para que la ciudad pueda seguir autoabasteciéndose. Hace mucho que de no ser por el Sistema de Contribución de Mejoras determinadas obras no habrían sido ejecutadas, aún cuando el Municipio las financia y tarda en recuperar lo aportado.

A pesar de todo, y aún en estas circunstancias, deberemos seguir trabajando juntos con los vecinos para que el crecimiento de la ciudad siga su marcha, para seguir construyendo un Municipio moderno, y para que Santa Fe siga siendo vista como un ejemplo de ciudad que se despertó de la siesta y empezó a caminar.

Leonardo Simoniello